lunes, 23 de noviembre de 2015
viernes, 20 de noviembre de 2015
INTRODUCCIÓN
Durante
el embarazo es inevitable sentir los cambios tantos físicos como psicológicos
que provocan las hormonas, uno de los cambios físicos más notorios es el aumento de peso, pues durante las 40
semanas la madre puede subir entre 10 y 15 kilos.
Normalmente
la madre acepta los kilos que mes a mes aumenta debido a su embarazo, puesto
que es un signo que el bebé está
creciendo saludable y fuerte. Sin embargo, algunas mamás no aceptan del todo
que su cuerpo aumente en tan solo nueve meses casi 15 o 20 kilos por lo que
comienzan a padecer anorexia, o en el caso del embarazo; pregorexia.
En
este informe daremos a conocer detalles de la pregorexia; que se define como
una enfermedad conocida como la anorexia
de las embarazadas.
¿QUÉ ES LA PREGOREXIA?
La palabra
pregorexia deriva de la combinación de los términos “pregnancy” (embarazo en
inglés) y anorexia, haciendo referencia a un trastorno que aparece cuando la
mujer intenta bajar peso y mantenerse delgada durante la gestación, lo que
implica una ingesta alimentaria por debajo de los niveles calóricos y
nutricionales saludables necesarios y correspondientes al embarazo. Las mujeres
que padecen este trastorno se preocupan de forma exagerada por su figura,
además de no querer y tener miedo a aumentar mucho de peso durante el embarazo,
por lo que restringen su ingesta calórica, pudiendo inducirse vómitos y
aumentando su actividad física, para eliminar las pocas calorías que ingieren.
Como consecuencia de esta restricción alimentaria se produce la malnutrición y
el descenso o no aumento del peso deseable durante el periodo de gestación. (Luelmo, 2014)
Es
una enfermedad conocida como la anorexia de las embarazadas.
Algunas
mujeres realizan diferentes técnicas para no subir de peso durante el embarazo
por el miedo a engordar. En ciertos casos la obsesión por no adquirir volumen
se vuelve tan extrema que algunas embarazadas sufren de esta enfermedad.
En
la actualidad la mujer se ve cada vez más presionada socio culturalmente por
mantener altos estándares estéticos, por lo que probablemente la pregorexia sea
más común ahora que antes.
El
afán por no engordar durante el embarazo tiende a gestarse después del primer
trimestre, momento en que se hacen más evidentes los cambios físicos derivados
de la acumulación de tejido graso. Esto, considerando el aumento obvio de peso
que debe experimentar la madre, que depende del estado preconcepcional de la
mujer.
SÍNTOMAS
Como toda persona con un desorden
alimenticio, es muy difícil que acepten su enfermedad, es por esto que la
familia posee un rol importante, ya que las personas que son capaces de
detectar la enfermedad desde afuera pueden ser un pilar fundamental para la
ayuda y superación de la enfermedad en la embarazada.
• Reducción del consumo de alimentos
• Rechazo de su cuerpo
• Rechazo a su embarazo
• Ejercicio excesivo
• Obsesión con su peso
Las
mujeres que tienen mayor tendencia a sufrir este problema son las que ya han
presentado anteriormente algún desorden en la conducta alimentaria. Sin
embargo, el hecho de perder la figura puede gatillar la aparición de Pregorexia
en mujeres sin antecedentes.
Los
problemas que puede generar esta enfermedad van desde la desnutrición hasta
alteraciones hidroelectrolíticas en las madres y en el feto. Incluso, luego de
dar a luz, la madre puede tener inconvenientes en la lactancia.
Las mujeres que
presentan algún trastorno de la conducta alimentaria tienen problemas para
generar vínculos afectivos y demostrar sus emociones. Para que exista una lactancia materna exitosa el vínculo con el
bebé debe ser sano, por lo que probablemente en las mujeres con Pregorexia la
lactancia materna fracase.
Para
evitar y prevenir este tipo de enfermedad es fundamental que la familia y
miembros del equipo de salud de la mujer identifiquen alguna conducta extraña
relacionada con la alimentación, especialmente aquellas pacientes con
antecedentes de desorden alimenticio.
CONSECUENCIAS DE LA PREGOREXIA
Las consecuencias de la Pregorexia son
muy graves, incluso mortales. Pueden traerle fuertes secuelas tanto a la madre
como al bebé. Entre ellas se encuentran:
• Anemia
• Falta de calcio en los huesos
• Baja producción de leche materna
• Alteraciones hormonales
• Pérdida excesiva del cabello
• Piel seca, agrietada y deshidratada.
Los efectos de la pregorexia en las
madres:
-
Baja en nutrientes vitales como aminoácidos, proteínas, vitaminas y
minerales vitales como calcio y hierro.
-
Falta de hierro generará anemia
-
Bajo aporte de calcio aumenta la velocidad de degradación ósea, por
consecuencia, osteoporosis.
Otros problemas:
- Problemas odontológicos como caries y
deterioro dentario
- Resequedad y envejecimiento en la piel
- Debilidad
- Entre otros.
La mayoría de los síntomas y problemas que conllevan la
pregorexia suelen ser reversibles, a menudo éstos cesan en el momento en el que
la madre da a luz, además, de tener el apoyo o ayuda psicológica necesaria. Lo
más preocupante son las secuelas que se pueden presentar en el bebé. Las consecuencias van dependiendo del
trimestre en el que la madre presente los síntomas. Si padece pregorexia
durante el primer trimestre del embarazo, puede ocurrir lo siguiente:
•
Defectos en la formación del sistema nervioso del bebé
• Malformaciones
Si
el problema se presenta durante el segundo y tercer trimestre de gestación, las
consecuencias pueden ser:
• Disminución del líquido amniótico
• Retraso del crecimiento intrauterino
• Parálisis cerebral
• Desnutrición
• Problemas cardiovasculares y digestivos
• Defectos del desarrollo de los huesos
• Muerte fetal intrauterina
UN HECHO DE LA VIDA REAL
La primera vez que sintió realmente hambre fue cuando
estaba embarazada de su primera hija, a los 24 años. Un hambre que nunca antes
había experimentado, porque hasta ese momento –aún no le habían diagnosticado
su anorexia–, Maggie Baumann siempre había controlado al máximo su
alimentación: de chica, optó por dejar de almorzar en el colegio porque le
incomodaba hacerlo delante de las personas y, siendo adolescente, se esforzó
por alcanzar el cuerpo perfecto, practicando mucho ejercicio y comiendo cada
vez menos. Pero aquella vez, con cinco meses de embarazo, el impulso por comer
fue más fuerte. “El hambre que sentí, que para cualquier embarazada es algo
natural, a mí me dio mucho miedo”, dice Maggie, que es norteamericana. Hoy
tiene 53 años y trabaja como terapeuta en dos centros dedicados a contener a
embarazadas que sufren de un trastorno alimentario: el Orange County Therapy,
ubicado en California, y el Timberline Knolls Residential Treatment Center,
situado cerca de Chicago. Se conoce como pregorexia al trastorno alimentario del tipo restrictivo que se produce durante el
embarazo. Son mujeres que evitan comer, o si lo hacen, terminan vomitando.
Viven en un estado de angustia permanente por el temor a subir de peso, angustia que suele acrecentarse
en los últimos meses de embarazo, cuando el feto más se desarrolla y más crece
la panza.
“Recuerdo haberle contado a mi doctor lo que me pasaba: el
miedo que me daba comer y engordar. Y él fue muy enfático en decirme que, cómo
estaba embarazada, debía alimentarme y dejar de hacer ejercicio. Hasta ese
momento no se me había ocurrido pensar que estaba haciendo algo malo al
restringir las calorías que comía”, relata Maggie.
Su hija mayor, Christine, nació bien, no sufrió ningún
impacto. Pero no ocurrió lo mismo cuando se embarazó por segunda vez. Whitney,
su segunda hija, nació pesando poco más de dos kilos y sufrió de restricción
del crecimiento intrauterino. Esta enfermedad hizo que a los cuatros meses de
vida se le desatara una epilepsia.
“Mi doctor me advirtió que tenía que detener el ejercicio
y comer más cuando estaba esperando a Whitney. Dejé de ir al gimnasio, pero
tomaba el cochecito de Christine y empezaba a correr con ella, además de subir
colinas y escaleras. No podía evitarlo. Fingía que no estaba embarazada. Hoy
puedo darme cuenta de que no era capaz de comportarme como una madre que espera
un hijo, porque recién asumía mi maternidad cuando daba a luz. Por eso, no fui
capaz de darme cuenta que le estaba haciendo daño a mi hija. Solo lo dimensioné
cuando Whitney, siendo una guagua, empezó a convulsionar. Fue muy doloroso”,
confiesa Maggie, cuya anorexia, agrega, empeoró entonces.
En 1998 a Maggie comenzó a fallarle el corazón a causa de
su anorexia y tuvo que ser internada de urgencia. Una vez superada esta
dolencia, y luego de haber pasado por varios tratamientos integrales que le
permitieron controlar este trastorno, en 2005 se atrevió a dar varios pasos:
uno, decidió hacer un posgrado en Sicología para ayudar a mujeres con
pregorexia; dos, optó por hacer público su testimonio en diarios y, tres,
escribió un blog llamado Starving For Two (Hambrienta Por Dos). Este último no
solo provocó que los medios de comunicación comenzaran a hablar de pregorexia,
sino que también causó el rechazo de miles de lectores. Pocos entendieron que
se trataba de una enfermedad. (Baumann, 2014)
UN TRASTORNO EN ALZA
Cada día son más las mujeres que, como Maggie Baumann,
están sufriendo de pregorexia. Si bien no hay estadísticas en Chile, según el
doctor Juan Valdivia Martínez, gineco-obstetra de la Unidad de Medicina
Materno-Fetal de la Clínica Alemana, este es un trastorno que se está
presentando con mayor frecuencia en las consultas médicas. “Ha aumentado en 10%
durante los últimos cinco años”, afirma. El médico, además, señala que esas
pacientes suelen tener un perfil definido: “Son mujeres muy autoexigentes, tanto
en lo laboral como con su físico”. (Martinez, 2014)
La siquiatra Daniela Gómez, que es directora médica del
Centro Aida, especialista en trastornos alimentarios, cree que el aumento de
estos casos se debe a que “la prevalencia de anorexia aumentó en Chile
muchísimo en los últimos 10 años y las pacientes que se están embarazando ahora
son mujeres que pudieron haber desarrollado trastornos alimentarios y nunca se
los trataron. O, si lo hicieron, empeoraron durante el embarazo”. (Gómez, 2014)
Un estudio efectuado por la University College de Londres
asegura que una de cada 14 británicas está sufriendo de trastornos alimentarios
durante su embarazo. En países nórdicos se dice que la pregorexia ha aumentado
en 30% y aseguran que esto se debe a la presión que sienten las mujeres
exitosas por lucir espléndidas; en tanto que medios internacionales culpan, en
parte, a Angelina Jolie o Tori Spelling al haber lucido cuerpos extremadamente
delgados estando embarazadas.
No es casual, agrega la siquiatra, que la pregorexia sea
parte de los trastornos no especificados que han surgido en los últimos 15
años, como la vigorexia (trastorno que se caracteriza por hacer ejercicio en
exceso para lograr un cuerpo musculoso), propios de la sociedad actual, muy
preocupada por el físico y la moda. En esta línea, Verónica Irribarra,
nutrióloga del Departamento de Nutrición y Diabetes de la Facultad de Medicina
de la Universidad Católica, advierte que “la
pregorexia no es un diagnóstico médico, sino que una manera de llamar a una
persona que tiene un trastorno de conducta alimentaria, como anorexia nerviosa,
bulimia o un trastorno no especificado durante el embarazo”. (Irribarra,
2014)
La irrupción de la pregorexia en Chile coincide con otro
fenómeno: el momento en que empezaron a verse más embarazadas dentro de los
gimnasios. Según Francisco Cuello, coordinador del área fitness y piscina de
Balthus Vitacura, desde los últimos tres años ha sido testigo de cómo las
embarazadas se ejercitan hasta pocos días antes de parir. “Se están viendo
muchas más embarazadas en el gimnasio. Antes, iban a la piscina para prepararse
para el parto. En cambio ahora entrenan para verse bien y lo hacen bajo supervisión
médica”, advierte. (Cuello, 2014)
viernes, 6 de noviembre de 2015
EL ABORDAJE
Al igual que la anorexia nerviosa, que está catalogada
como un trastorno de origen psiquiátrico, la pregorexia requiere de un equipo
multidisciplinario que incluye a un psiquiatra, un psicólogo, un nutriólogo,
además del ginecólogo que es el que suele detectarlo durante el control del
embarazo.
“Por las características del trastorno, son embarazadas a
las que les cuesta mucho empatizar con su guagua. Uno puede decirles ‘mira, tu
guagüita está en riesgo’, y no lo van a dimensionar probablemente hasta que
nazca su hijo. No logran contactarse con el sufrimiento del bebé o del marido
que suele estar muy preocupado. De hecho, muchas veces es el marido o la pareja
quien advierte al médico que la forma en que ella se alimenta no es saludable”,
explica María Ignacia Burr, sicóloga especialista en trastornos de la conducta
alimentaria de la Clínica Las Condes. (Burr, 2010).
La psicóloga agrega que las mujeres con pregorexia suelen
tener una personalidad rígida, por lo que es importante apoyarlas y darles
herramientas para que toleren de mejor manera el aumento de peso durante el
embarazo. “Les cuesta muchísimo aceptar el cuerpo nuevo. No solo la guata, sino
las pechugas o las caderas más grandes. O sea, ellas no se ponen contentas
cuando les dicen: ‘¡Qué lindo, ya se te nota la guatita!’. No gozan el
embarazo”.
Para ayudar a este tipo de pacientes es fundamental para
los médicos ganar su confianza. El doctor Valdivia sigue siempre la estrategia
de bajar el perfil al tema del peso, de manera de empezar a priorizar los
cuidados maternales. Asegura que es indispensable contar con el apoyo del
entorno familiar (el marido, la madre de la embarazada o una hermana), para
asegurarse que coma y tome hierro y vitaminas.
Pero si la vigilancia del entorno no es suficiente y el
bajo peso de ella pone en riesgo su salud y la del feto (que se mantiene en un
bajo percentil de crecimiento), la indicación es la hospitalización para poder
monitorearla de cerca.
“Son mujeres que necesitan que las acompañen y cuiden,
incluso durante el posparto, porque ellas mismas no son capaces de cuidarse a
sí mismas y pueden requerir más apoyo para armar el vínculo con su hijo”,
observa la psiquiatra Patricia Cordella, jefa de la Unidad de Trastornos de la
Alimentación de Red de Salud UC Christus. (Cordella, 2010)
En estas madres hay, además, mucha culpa. “Culturalmente
se supone que hay que estar contenta con el embarazo, pero ellas lo pasan mal,
porque el trastorno que tienen ocupa mucho espacio en sus mentes”, señala la
doctora Cordella.
“Es duro para ellas. Porque, al estar embarazadas, no solo
están dejando de subir de peso, sino que se está dañando al feto. Pero no
pueden controlarlo. Y les pesa. Se sienten juzgadas porque el resto se los hace
saber todo el tiempo”, añade Daniela Gómez.
El tema central no es la falta de amor. “El trastorno no
inhibe el instinto maternal. Pero distorsiona la percepción de sí mismas: lo
único que quieren es verse delgadas y, al estar embarazadas, se encuentran
gordas”, dice el doctor Valdivia. (Novoa, 2014).
CONCLUSIÓN
Después de haber analizado este
informe podemos afirmar que las futuras madres que padezcan esta enfermedad
deben estar conscientes de los problemas que pueden acarrear a futuro.
Como futuras matronas al presentarse
una mujer con dicha enfermedad debemos estudiar cada caso tomando en cuenta el
tiempo que padece de trastornos alimenticios y de acuerdo a ello tomar una
decisión de derivarla a un nutricionista para que pueda prescribir una dieta sana que incluya
vitaminas prenatales, y además le enseñe a comer sanamente y un
psicólogo o psiquiatra para que trate sus problemas emocionales y psicológicos.
BIBLIOGRAFIA
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