viernes, 20 de noviembre de 2015

INTRODUCCIÓN



Durante el embarazo es inevitable sentir los cambios tantos físicos como psicológicos que provocan las hormonas, uno de los cambios físicos más notorios es el aumento de peso, pues durante las 40 semanas la madre puede subir entre 10 y 15 kilos.
Normalmente la madre acepta los kilos que mes a mes aumenta debido a su embarazo, puesto que es un signo  que el bebé está creciendo saludable y fuerte. Sin embargo, algunas mamás no aceptan del todo que su cuerpo aumente en tan solo nueve meses casi 15 o 20 kilos por lo que comienzan a padecer anorexia, o en el caso del embarazo; pregorexia.
En este informe daremos a conocer detalles de la pregorexia; que se define como una enfermedad conocida como la anorexia de las embarazadas.

Nuestros objetivos fundamentales son presentar el problema, dar a conocer las causas y consecuencias que esto trae. Por otra parte buscamos familiarizarnos con este tema de gran interés para nuestra carrera.       
                

¿QUÉ ES LA PREGOREXIA?



La palabra pregorexia deriva de la combinación de los términos “pregnancy” (embarazo en inglés) y anorexia, haciendo referencia a un trastorno que aparece cuando la mujer intenta bajar peso y mantenerse delgada durante la gestación, lo que implica una ingesta alimentaria por debajo de los niveles calóricos y nutricionales saludables necesarios y correspondientes al embarazo. Las mujeres que padecen este trastorno se preocupan de forma exagerada por su figura, además de no querer y tener miedo a aumentar mucho de peso durante el embarazo, por lo que restringen su ingesta calórica, pudiendo inducirse vómitos y aumentando su actividad física, para eliminar las pocas calorías que ingieren. Como consecuencia de esta restricción alimentaria se produce la malnutrición y el descenso o no aumento del peso deseable durante el periodo de gestación. (Luelmo, 2014)
Es una enfermedad conocida como la anorexia de las embarazadas.
Algunas mujeres realizan diferentes técnicas para no subir de peso durante el embarazo por el miedo a engordar. En ciertos casos la obsesión por no adquirir volumen se vuelve tan extrema que algunas embarazadas sufren de esta enfermedad.
En la actualidad la mujer se ve cada vez más presionada socio culturalmente por mantener altos estándares estéticos, por lo que probablemente la pregorexia sea más común ahora que antes.
El afán por no engordar durante el embarazo tiende a gestarse después del primer trimestre, momento en que se hacen más evidentes los cambios físicos derivados de la acumulación de tejido graso. Esto, considerando el aumento obvio de peso que debe experimentar la madre, que depende del estado preconcepcional de la mujer.

Si está con un peso normal debería subir entre 9 a 12 kilos. Si está bajo peso debería subir entre 12 y 16 kilos, si está con sobrepeso, entre 7 y 10 kilos y si es obesa, alrededor de 7 kilos. Si está bajo peso tiene mayor probabilidad de presentar anemia, parto prematuro, restricción del crecimiento intrauterino y bajo peso de nacimiento.

SÍNTOMAS


Como toda persona con un desorden alimenticio, es muy difícil que acepten su enfermedad, es por esto que la familia posee un rol importante, ya que las personas que son capaces de detectar la enfermedad desde afuera pueden ser un pilar fundamental para la ayuda y superación de la enfermedad en la embarazada.

Las señales de alerta son:
• Reducción del consumo de alimentos
• Rechazo de su cuerpo
• Rechazo a su embarazo
• Ejercicio excesivo
• Obsesión con su peso
Las mujeres que tienen mayor tendencia a sufrir este problema son las que ya han presentado anteriormente algún desorden en la conducta alimentaria. Sin embargo, el hecho de perder la figura puede gatillar la aparición de Pregorexia en mujeres sin antecedentes.
Los problemas que puede generar esta enfermedad van desde la desnutrición hasta alteraciones hidroelectrolíticas en las madres y en el feto. Incluso, luego de dar a luz, la madre puede tener inconvenientes en la lactancia.
Las mujeres que presentan algún trastorno de la conducta alimentaria tienen problemas para generar vínculos afectivos y demostrar sus emociones. Para que exista una  lactancia materna exitosa el vínculo con el bebé debe ser sano, por lo que probablemente en las mujeres con Pregorexia la lactancia materna fracase.

Para evitar y prevenir este tipo de enfermedad es fundamental que la familia y miembros del equipo de salud de la mujer identifiquen alguna conducta extraña relacionada con la alimentación, especialmente aquellas pacientes con antecedentes de desorden alimenticio.

CONSECUENCIAS DE LA PREGOREXIA


Las consecuencias de la Pregorexia son muy graves, incluso mortales. Pueden traerle fuertes secuelas tanto a la madre como al bebé. Entre ellas se encuentran:
• Desnutrición
• Anemia
• Falta de calcio en los huesos
• Baja producción de leche materna
• Alteraciones hormonales
• Pérdida excesiva del cabello
• Piel seca, agrietada y deshidratada.
Los efectos de la pregorexia en las madres:
-  Baja en nutrientes vitales como aminoácidos, proteínas, vitaminas y minerales vitales como calcio y hierro.
-  Falta de hierro generará anemia
-  Bajo aporte de calcio aumenta la velocidad de degradación ósea, por consecuencia, osteoporosis.
Otros problemas:
- Problemas odontológicos como caries y deterioro dentario
- Resequedad y envejecimiento en la piel
- Debilidad
- Entre otros.
La mayoría de los síntomas y problemas que conllevan la pregorexia suelen ser reversibles, a menudo éstos cesan en el momento en el que la madre da a luz, además, de tener el apoyo o ayuda psicológica necesaria. Lo más preocupante son las secuelas que se pueden presentar en el bebé.  Las consecuencias van dependiendo del trimestre en el que la madre presente los síntomas. Si padece pregorexia durante el primer trimestre del embarazo, puede ocurrir lo siguiente:
 • Defectos en la formación del sistema nervioso del bebé
• Malformaciones
 Si el problema se presenta durante el segundo y tercer trimestre de gestación, las consecuencias pueden ser:
• Disminución del líquido amniótico
• Retraso del crecimiento intrauterino
• Parálisis cerebral
• Desnutrición
• Problemas cardiovasculares y digestivos
• Defectos del desarrollo de los huesos
• Muerte fetal intrauterina

Investigaciones realizadas a hijos de mujeres que han manifestado la enfermedad concluyen que ellos poseen un coeficiente intelectual más bajo, sus cabezas son más pequeñas y sufren una serie de impedimentos emocionales y fisiológicos durante su vida. (Guerra, Baby center, 2014)

UN HECHO DE LA VIDA REAL


La primera vez que sintió realmente hambre fue cuando estaba embarazada de su primera hija, a los 24 años. Un hambre que nunca antes había experimentado, porque hasta ese momento –aún no le habían diagnosticado su anorexia–, Maggie Baumann siempre había controlado al máximo su alimentación: de chica, optó por dejar de almorzar en el colegio porque le incomodaba hacerlo delante de las personas y, siendo adolescente, se esforzó por alcanzar el cuerpo perfecto, practicando mucho ejercicio y comiendo cada vez menos. Pero aquella vez, con cinco meses de embarazo, el impulso por comer fue más fuerte. “El hambre que sentí, que para cualquier embarazada es algo natural, a mí me dio mucho miedo”, dice Maggie, que es norteamericana. Hoy tiene 53 años y trabaja como terapeuta en dos centros dedicados a contener a embarazadas que sufren de un trastorno alimentario: el Orange County Therapy, ubicado en California, y el Timberline Knolls Residential Treatment Center, situado cerca de Chicago. Se conoce como pregorexia al trastorno alimentario del tipo restrictivo que se produce durante el embarazo. Son mujeres que evitan comer, o si lo hacen, terminan vomitando. Viven en un estado de angustia permanente por el temor a subir de peso, angustia que suele acrecentarse en los últimos meses de embarazo, cuando el feto más se desarrolla y más crece la panza.
“Recuerdo haberle contado a mi doctor lo que me pasaba: el miedo que me daba comer y engordar. Y él fue muy enfático en decirme que, cómo estaba embarazada, debía alimentarme y dejar de hacer ejercicio. Hasta ese momento no se me había ocurrido pensar que estaba haciendo algo malo al restringir las calorías que comía”, relata Maggie.
Su hija mayor, Christine, nació bien, no sufrió ningún impacto. Pero no ocurrió lo mismo cuando se embarazó por segunda vez. Whitney, su segunda hija, nació pesando poco más de dos kilos y sufrió de restricción del crecimiento intrauterino. Esta enfermedad hizo que a los cuatros meses de vida se le desatara una epilepsia.
“Mi doctor me advirtió que tenía que detener el ejercicio y comer más cuando estaba esperando a Whitney. Dejé de ir al gimnasio, pero tomaba el cochecito de Christine y empezaba a correr con ella, además de subir colinas y escaleras. No podía evitarlo. Fingía que no estaba embarazada. Hoy puedo darme cuenta de que no era capaz de comportarme como una madre que espera un hijo, porque recién asumía mi maternidad cuando daba a luz. Por eso, no fui capaz de darme cuenta que le estaba haciendo daño a mi hija. Solo lo dimensioné cuando Whitney, siendo una guagua, empezó a convulsionar. Fue muy doloroso”, confiesa Maggie, cuya anorexia, agrega, empeoró entonces.

En 1998 a Maggie comenzó a fallarle el corazón a causa de su anorexia y tuvo que ser internada de urgencia. Una vez superada esta dolencia, y luego de haber pasado por varios tratamientos integrales que le permitieron controlar este trastorno, en 2005 se atrevió a dar varios pasos: uno, decidió hacer un posgrado en Sicología para ayudar a mujeres con pregorexia; dos, optó por hacer público su testimonio en diarios y, tres, escribió un blog llamado Starving For Two (Hambrienta Por Dos). Este último no solo provocó que los medios de comunicación comenzaran a hablar de pregorexia, sino que también causó el rechazo de miles de lectores. Pocos entendieron que se trataba de una enfermedad. (Baumann, 2014)

UN TRASTORNO EN ALZA


Cada día son más las mujeres que, como Maggie Baumann, están sufriendo de pregorexia. Si bien no hay estadísticas en Chile, según el doctor Juan Valdivia Martínez, gineco-obstetra de la Unidad de Medicina Materno-Fetal de la Clínica Alemana, este es un trastorno que se está presentando con mayor frecuencia en las consultas médicas. “Ha aumentado en 10% durante los últimos cinco años”, afirma. El médico, además, señala que esas pacientes suelen tener un perfil definido: “Son mujeres muy autoexigentes, tanto en lo laboral como con su físico”. (Martinez, 2014)
La siquiatra Daniela Gómez, que es directora médica del Centro Aida, especialista en trastornos alimentarios, cree que el aumento de estos casos se debe a que “la prevalencia de anorexia aumentó en Chile muchísimo en los últimos 10 años y las pacientes que se están embarazando ahora son mujeres que pudieron haber desarrollado trastornos alimentarios y nunca se los trataron. O, si lo hicieron, empeoraron durante el embarazo”. (Gómez, 2014)
Un estudio efectuado por la University College de Londres asegura que una de cada 14 británicas está sufriendo de trastornos alimentarios durante su embarazo. En países nórdicos se dice que la pregorexia ha aumentado en 30% y aseguran que esto se debe a la presión que sienten las mujeres exitosas por lucir espléndidas; en tanto que medios internacionales culpan, en parte, a Angelina Jolie o Tori Spelling al haber lucido cuerpos extremadamente delgados estando embarazadas.
No es casual, agrega la siquiatra, que la pregorexia sea parte de los trastornos no especificados que han surgido en los últimos 15 años, como la vigorexia (trastorno que se caracteriza por hacer ejercicio en exceso para lograr un cuerpo musculoso), propios de la sociedad actual, muy preocupada por el físico y la moda. En esta línea, Verónica Irribarra, nutrióloga del Departamento de Nutrición y Diabetes de la Facultad de Medicina de la Universidad Católica, advierte que “la pregorexia no es un diagnóstico médico, sino que una manera de llamar a una persona que tiene un trastorno de conducta alimentaria, como anorexia nerviosa, bulimia o un trastorno no especificado durante el embarazo”. (Irribarra, 2014)
La irrupción de la pregorexia en Chile coincide con otro fenómeno: el momento en que empezaron a verse más embarazadas dentro de los gimnasios. Según Francisco Cuello, coordinador del área fitness y piscina de Balthus Vitacura, desde los últimos tres años ha sido testigo de cómo las embarazadas se ejercitan hasta pocos días antes de parir. “Se están viendo muchas más embarazadas en el gimnasio. Antes, iban a la piscina para prepararse para el parto. En cambio ahora entrenan para verse bien y lo hacen bajo supervisión médica”, advierte. (Cuello, 2014)


Así lucía Maggie Baumann a los 7 meses de embarazo de su segunda hija, Whitney. A raíz de la anorexia de Maggie, la niña pesó poco menos de dos kilos al nacer y sufrió de restricción de crecimiento intrauterino. “No fui capaz de darme cuenta que le estaba haciendo daño a mi hija”, reflexiona hoy.